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Reinventá la postura del misionero: tips para salir de la rutina

Aunque muchos la consideran la posición más tradicional del kamasutra, el misionero tiene muchísimo potencial para sorprenderte si te animás a innovar un poco.

¿Qué es la postura del misionero?

Esta postura clásica se practica desde hace más de dos mil años y consiste en que la masajista erótica en Parque Chacabuco se recueste boca arriba con las piernas flexionadas, mientras la otra persona se posiciona encima, permitiendo el contacto directo entre los genitales. Curiosamente, fue recién en 1948 cuando se le dio el nombre «misionero». ¿Sabías que, en la Edad Media, la Iglesia la promovía como la única aceptable por considerarla la más casta y propicia para la fecundación?

Más allá de su simplicidad, esta postura tiene la gran ventaja de generar intimidad al facilitar el contacto visual, las caricias y una conexión cercana entre ambos.

Prepará el ambiente para disfrutar al máximo

Para que todo salga a la perfección, prestá atención a los detalles:

  • Usá un lubricante a base de agua para que los movimientos sean más fluidos.
  • Sumá algún juguete sexual, como un anillo vibrador si tenés pene, o un estimulador como Neo Plus si tenés vulva.
  • Ambientá el lugar con una buena playlist y velas aromáticas que puedan servir también para masajes.


Variantes que podés probar

Aunque parezca una postura básica, con algunos ajustes podés convertirla en algo completamente distinto como masajista erótica en Olivos. Acá te dejamos seis variantes:

  1. Con las piernas dobladas
    La persona que está abajo dobla las piernas para que la penetración alcance mayor profundidad.
  2. Totalmente tumbados
    La masajista sensual en Floresta puede apoyarse completamente sobre la otra persona, generando un contacto piel con piel que despierta todos los sentidos.
  3. Elevar la cadera
    La persona que está abajo puede enganchar las piernas en las caderas de quien está arriba para un mejor control del movimiento.
  4. De costado
    Ambos se recuestan de lado. Es una variante súper cómoda y perfecta para esos días de relax.
  5. Uso del cabecero
    Si la cama tiene cabecero, aprovechalo para dar soporte a los movimientos o crear un punto de apoyo extra.
  6. Piernas sobre los hombros
    Si querés llevar la postura a otro nivel, apoyá las piernas en los hombros de tu cliente. Esto hará que la penetración sea mucho más profunda y placentera.


Consejos prácticos para romper la monotonía

Si bien estas variantes suman, los pequeños cambios también pueden marcar una gran diferencia:

Almohada mágica
Colocá una almohada debajo de tus lumbares para elevar la pelvis. Este simple detalle cambia el ángulo de la penetración, rozando directamente puntos sensibles como la zona G o el clítoris.

Movilidad con las piernas
Abrazá a tu cliente con las piernas para intensificar el contacto y ganar más movilidad durante el acto.

Mové las caderas
Aunque estés abajo, no te quedes quieta. Elevá un poco la pelvis y hacé movimientos circulares con las caderas. Jugá con el ritmo, y si tenés música de fondo, seguí el compás.

A prueba de flexibilidad
Para quienes buscan algo más desafiante, probá apoyar las piernas en los hombros de tu cliente mientras usás la almohada para mayor comodidad. Esto abre un abanico de movimientos y aumenta el placer para ambos.

Dale una vuelta al clásico

La postura del misionero es un clásico, pero eso no significa que deba ser aburrida. Con un poco de imaginación y estas sugerencias, podés transformarla en una experiencia única cada vez. ¡Animáte a innovar y redescubrí el placer en los detalles!

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